La efectividad de la práctica se ve claramente en un análisis cuantitativo de la misma en donde los datos considerados se obtuvieron mediante el análisis clínico de los casos tratados por la autora. El registro de los mismos se efectuó mediante resúmenes de cada sesión con los pacientes, recogidos por la autora inmediatamente luego de finalizada la misma.
Para realizar este estudio se consideran como casos exitosos, los que han cumplido los objetivos acordados para el tratamiento, pudiéndose definir estos en forma genérica como la efectiva modificación de la forma de relacionarse con las personas y el mundo que los rodea, y que hayan mantenido esos logros, o los que permanecen en tratamiento al cabo de los dos años, en franco avance hacia los objetivos.
Los casos considerados como fracasos se denominan deserciones y están constituidos por aquellos casos en los que los sujetos abandonan el tratamiento sin conseguir los objetivos propuestos, ya sea por voluntad propia, por decisión de los padres en los casos de niños, o por voluntad de alguno de los miembros de la pareja o de los adolescentes.