Como nos afecta lo que no decimos
Cuando nos expresamos transmitimos un deseo y una necesidad, trascendemos en la palabra y en su significado, en ese mismo momento nos definimos y nos modificamos.
Callar puede ser un acto voluntario, elegido con algún fin o involuntario guiado por emociones y sentimientos que inconscientemente actúan sobre nuestras decisiones.
Si se elige callar seguramente hay muchos factores que se evalúan en cuestión de segundos para concluir en esa conducta, el entorno en el cual estás en ese momento, el rol que desempeñás , las características conductuales de las personas a quien le regalás tu silencio y lo más importante, ¿con qué fin elegís no decir, que ganás y que perdés con esa acción? No meterte en problemas es una buena elección cuando se sabe de antemano que no es el momento oportuno para decir, porque van a tomar tus palabras como una provocación de las que se van a defender. La empatía y la percepción, juegan un rol importante en estos casos para que tu sentido común actúe con el mayor asertividad posible.
Si callar no es una elección consciente seguramente tenés muchas razones personales que no conocés, puede ser por considerar que las otras personas se merecen ser priorizadas, para que no se incomoden o sufran a causa de tus palabras o peor para que no se pongan agresivas y tomen represalia con vos. En cualquiera de los casos creés que los demás son más importantes que vos, tal vez hablamos de autoestima baja, Inseguridad, culpa o miedo a la ira de los demás y sus consecuencias psicológicas y física.
La postura que adoptes, callar por voluntad propia o por motivos que no conocés, están motivadas por un motor emocional que te impulsa a reaccionar de esa manera, descifrarlas es la gran tarea que va a debelar el secreto de todas tus preguntas.
Cuando no decís queda dentro tuyo un sentimiento de insatisfacción por no expresarte, que genera ansiedad y redunda en un rumeo de pensamientos con posibilidades que pudieron haber sido y no fueron, presión en la garganta y en el pecho en donde no te podés quedar instalado, eso consume energía, concentración interna que impacta en conductas dispersas, distracciones, falta de sueño, tristeza, desesperanza y como así también desvalorización personal por no mostrar y reafirmar tu opinión como ser pensante que vale y existe y si esto avanza un día podés llegar a preguntarte donde quedó esa persona que sabía lo que quería.
Buscá el mejor momento y la forma para expresarte, callarte para siempre no es tu única opción.