Envejecer
Con el transcurrir del tiempo, el ser humano va transitando por paulatinas transformaciones en todas las áreas de su existencia; su biología, su psicología. Su vida social, laboral, y familiar, se modifican exigiendo de la persona, adaptación a las nuevas condiciones.
El espejo refleja las insipientes líneas de expresión que son más profundas que las que el carácter marcó siempre; la elasticidad de la piel ya no es tal; los músculos y las articulaciones son más débiles; y la lentitud y la imprecisión en el hacer y el andar, son los efectos colaterales de la modificación que va avanzando. Los sentidos van perdiendo efectividad; el oído y la vista limitan la vida de relación y socializar es más engorroso, porque la información que se percibe está modificada por la disminución en la capacidad de los sentidos y del proceso mental, que ya no es el de antes. Ante los cambios se van generando pensamientos orientados al paso del tiempo, tratando de reconocerse en esta nueva etapa vital, y surgen las inseguridades, pues la respuesta del organismo, de los pensamientos, de la sociedad, y del entorno, no coinciden con lo esperable, con lo que siempre fue. Hasta comer puede llegar a ser un padecimiento, porque no se puede masticar como antes o porque algunos alimentos ya no hacen bien al organismo.
La sexualidad pasa a un plano ínfimo e insignificante a causa de la falta de deseo, y de la ignorancia para revertir esa situación, como si el envejecer fuera de la mano de la falta de situaciones placenteras.
Se comienza a dudar respecto a si lo que se hace está bien o mal; la falta de certezas medianamente aprendidas durante la vida, hace surgir incertidumbre al no producir el efecto deseado en la actualidad, y el arrebato del pensamiento de que nada es como antes, invade la percepción general. Entonces aparece la tristeza, la angustia, y la autoestima baja. Lentamente, la independencia que se había logrado decae. El cuerpo decae también en cada tropiezo, por cálculo erróneo entre lo que se ve, lo que se cree que se puede hacer, y la respuesta real del cuerpo. Los moretones, las lesiones, y las consultas a especialistas, se suman a la vida diaria. Esto lleva tiempo y enojo personal, hasta que llega la aceptación.
Lograr el estado de aceptación de la realidad que toca transitar en este momento de la vida, insume de un funcionamiento neurológico y psicológico conservado, así se puede procesar la información haciendo una adaptación acorde a la situación. Pero si las funciones están deterioradas, se dificulta el entendimiento, y entonces el circuito de procesamiento de la información tiene por resultado una inadaptación a la situación. Es lo que se nota en el trato y el reclamo de las personas con las que se relaciona a diario, generalmente familia, ámbito laboral y de esparcimiento. Nadie comprende por qué no entiende cuando los conceptos se le repiten una y otra vez. Surge el juzgamiento del entorno.
Entonces sucede lo peor que a un ser humano le puede pasar: comienzan el aislamiento y el autoencierro; la sociedad y el entorno se alejan, y la persona se queda cada vez más sola. Sus amigos, pareja, hermanos, primos, vecinos, comienzan a fallecer, y con ellos se va la misma educación, su generación, los mismos valores, aquellos que supieron entenderlo, sus vínculos de toda la vida.
Al anciano ya no lo necesitan, el viejo falla, el colectivo social lo caratula y lo condena porque: “no sirve, no entiende, hace lo que quiere, es caprichoso, ya no le importa nada, no tiene nada que perder ya está viejo”. Todas estas frases suenan fuerte pero son reales. No considerar a la persona como un ser que siente, que desea, que tiene necesidades, con ritmos lentos y gustos propios, es un error social en cualquier etapa de la vida que se esté.
A los cambios y padecimientos físicos y psicológicos se suman a la falta de entendimiento, empatía, contención y alejamiento de los vínculos con sus hijos y de otras personas , por falta de tiempo, desinterés o porque el entorno no acepta y no llega a entender las modificaciones que produce el paso del tiempo. Todo lo que le sucede al anciano es mucho: el presente es insatisfactorio y es un lugar extraño en donde molesta, entonces se ampara cada vez más en el pasado y en sus recuerdos. Está mejor solo y cada vez más solo. Su memoria no lo ayuda para retener el presente, y el pasado le abre las puertas con la complacencia del empoderamiento, porque ahí él se reconoce como un ser activo y necesario.
La gran pregunta es, ¿hasta qué punto considerar la opinión del anciano cuando su capacidad mental a veces no procesa bien?
A partir del momento en que se evidencia que su razonamiento no está acorde a las circunstancias, hay que comenzar a tomar decisiones por él, y evaluar lo que es mejor en cada caso. Hay que comenzar a prestar atención a la expresión de las emociones: ellas son un vehículo para poder dar sentido a su lógica interna que se está expresando de forma básica , instintiva , que busca lo que necesita.
Nada es como antes, el anciano no es la persona que conociste, él está en estado de indefensión, hay que cuidarlo , contenerlo, atenderlo, y si por múltiples razones no se puede hacer esto, hay que delegar esta parte de su atención a personas idóneas y usted dedicarse a amarlo de la mejor forma que pueda hacerlo.
Dialogo con un anciano
Cuando le digas……. La respuesta es……
-¿No escuchas lo que te digo? – Si, no escucho
-¿No ves lo que te muestro? – Si, no veo
-¿No entiendes lo que te explico? -Si, no entiendo
– Sos caprichoso. -No, solo estoy envejeciendo,
entendeme.
Conclusiones
No suponer nada sobre la otra persona cuando todavía se puede dialogar.
Reconocer el cambio de la persona que envejece.
Aceptar los cambios y modificarse acorde al momento actual.
Hacerlo sentir necesario y útil.
Propiciar la realización de hobbies, actividad física y social.
Retomar las actividades que quedaron pendientes en el pasado por falta de tiempo.
Recordarle todo lo que sabe y propiciar que comparta su experiencia.
Acomodarse a su lentitud.
Adaptarse a él, le queda poco tiempo para compartir.
Educar a la familia que envejecer es algo que le va a pasar a todos y que traten al anciano como quisieran que lo traten a ellos.
Pedir ayuda profesional acorde a las necesidades. La omnipotencia, la culpa y la queja debe pasar a segundo plano.
La vejez es el momento de la vida en donde todo disminuye pero sobra lo que antes faltaba, eso es el tiempo libre y las vivencias, ellos saben lo que es importante en la vida.