La integración
Cuando se dice integración, inmediatamente surge la idea de unión de partes, y si se habla de personas, la integración se realiza si todas las personas de un grupo trabajan dinámicamente, con el mismo fin, y arbitran los medios para poder lograrlo.
Los grupos difieren unos de otros partiendo de la base de su creación, que puede ser: a) en forma intencional y programada, los que son convocados y creados con un motivo específico y b) los que se forman de manera espontánea a partir de motivaciones individuales compartidas. La clase de integración en ambos casos es diferente. En la primera se reúnen para alcanzar un objetivo, como puede ser la conformación de un sector específico en una empresa; en la segunda los une un acontecimiento en común, sería el caso de familiares víctimas de accidentes de tránsito con final fatal. En la primera se buscan capacidades personales idóneas para un determinado fin, en la segunda los une azarosamente el destino para hacer causa común.
La posibilidad de integración está presente en todas las áreas de desarrollo del ser humano: familia, escuela, trabajo, recreación, deporte; entre adultos, entre adultos y niños, entre adultos y ancianos, entre ancianos, entre niños y ancianos, o entre niños. En esta variedad se puede notar, que si se quiere lograr una adecuada integración, hay que saber mediar y negociar con la finalidad de equilibrar poderes y necesidades.
Cada ser humano es el resultado de muchos factores que intervienen en su formación, su historia personal, la crianza, su estructura psicológica, los traumas, su estado emocional, su entorno, el momento socio- histórico por el que se encuentra atravesado, las circunstancias, necesidades, deseos; si bien todos no son de incumbencia grupal, sí es necesario tenerlos en cuenta a la hora de la integración. Conjuntamente con un nivel alto de tolerancia a la frustración y poca expectativa inicial, son importantes para persistir en los intentos de entenderse y crecer.
Para que haya entendimiento entre las personas, deben relacionarse y articularse muchos factores. El equilibrio emocional, y la apertura perceptiva de cada una de ellas, son fundamentales para poder pensar, discernir, escuchar, hablar, y respetar la opinión individual, todo en un mismo sentido para la concreción de un proyecto en común.
Se sobreentiende que si todos los integrantes de un grupo tienen un mismo objetivo, y la firme intención de facilitar la integración de cada uno, esta se debe dar con sólo superar los conflictos evidentes. Ya sea conscientemente ,por falta de recursos para detectar, o inconscientemente, por la incidencia de factores defensivos intra psíquicos, no siempre es así.
Por ejemplo, en el típico caso de una persona que quiere formar parte de un grupo ya establecido, también debe estar dispuesta a integrarse. Parece una obviedad, pero en la práctica no se desarrolla de esta manera, querer a veces no es poder. Hay muchos factores que se deben equiparar, del grupo al ingresante, y del ingresante al grupo; para que se logre una adecuada integración. Por un lado, la persona debe aceptar la historia grupal, resultado del proceso de una elaboración en conjunto, embarcarse en entender la mecánica de acción del grupo, ver cuál es la dinámica grupal, y qué rol desempeña cada integrante. La persona también trae consigo un bagaje de condicionamientos personales, experiencia, ideología, y certezas. Para ambas partes, entenderse y conocerse les lleva tiempo, esfuerzo, y fundamentalmente buena predisposición para escuchar.
Para lograr la integración hay que pensar que la experiencia e ideas personales quedan a disposición del debate y consenso grupal, porque en un grupo nada se impone. Los conceptos se hablan, se procesan, y se elaboran para formar parte de la esencia del grupo.
En forma consciente los sujetos tienen la firme intención y predisposición de unirse en grupo, pero la falta de recursos personales pueden hacer que las intenciones no alcancen, que los esfuerzos se agoten y que las motivaciones se diluyan.
Un motivo para el fracaso de la integración de las partes es que el grupo sea cerrado lo que no facilita el ingreso de ningún integrante nuevo, y viceversa, si la persona que pretende integrarse tiene una postura cerrada, como si el bagaje de información que tuviera cada uno es un riesgo para la integridad y estabilidad de todos, la integración no es posible. Si esta postura no se modifica hay que realizar un trabajo profundo de replanteamiento de mandatos, conceptos, limitaciones, temores y fantasías, con un profesional capacitado e idóneo.
El buen funcionamiento de las relaciones interpersonales se basa en una postura abierta de sus integrantes, para que circulen las ideas, los discernimientos, la tolerancia, el respeto, la creatividad, la escucha, la palabra, las opiniones, las emociones, la asimilación y la acomodación a nuevas propuestas, generando una idea que supera a la suma de las ideas individuales, es la magia no azarosa de la integración, el resultado del proceso grupal.
Algunas Consideraciones.
- La integración es un concepto dinámico de ida y vuelta.
- Debe existir, como mínimo, un objetivo en común a alcanzar.
- Debe haber apertura mental y emocional para que suceda.
- Los roles deben estar bien definidos.
- Cada individualidad, sin perder su esencia, forma parte del todo.
- La integración debe ser planificada y organizada.
- Debe existir una necesidad funcional de cada uno de los integrantes del grupo.
- Intervienen en la integración, la psicología, la mediaciòn, y la negociación.
- El proceso de integración se debe realizar en un ambiente de respeto y armonía, para poder resolver las diferencias y las dificultades.
- No tomar lo nuevo como un ataque al equilibrio sino como una posibilidad de cambio y transformación.