La Separación
Las parejas deciden distanciarse por múltiples motivos. Se complejiza el tema cuando la decisión no es compartida por ambas personas, y se agrava cuando la pareja tiene hijos.
La disolución no sólo afecta a la pareja, sino también a las redes de relaciones de cada uno de ellos. En la separación se distancian también los hijos, los suegros, los primos, los tíos, amigos, y todas las personas con quienes se relaciona en núcleo familiar.
Los proyectos familiares se desdibujan en cada uno de los integrantes; la división insume la reformulación de objetivos y la adecuación a la situación actual; cada uno expresa su modificación en los hechos a los que todos deben ajustarse para seguir siendo funcionales a sus objetivos y roles.
Los roles siguen siendo los mismos: los padres siguen siendo padres, los hijos son hijos, y los parientes siguen siendo parientes. La separación no implica el despojo de los derechos y obligaciones que los roles ameritan, el ajuste se debe hacer en razón a los tiempos de las actividades de cada uno, dinero y espacio físico de vivienda.
Los sentimientos se ven modificados entre los integrantes de la pareja, pero no entre ellos y sus hijos, y tampoco de los hijos a los padres. Lo que suele pasar es que el alejamiento pone a la luz los verdaderos afectos. Es una realidad que hay que aceptar, se siente lo que se siente y se muestra lo que se puede dar. Si hay amor, siempre hay forma para acercarse, verse, ponerse de acuerdo, tolerarse, respetarse, esperarse, y justificar las actitudes del otro con entendimiento y nuevas posibilidades. Si no hay amor nada alcanza, todo es usado para juzgar y alejarse.
Muchas emociones y sentimientos se manifiestan en estos momentos de reacomodamiento: tristeza, angustia, desconcierto, alivio, tranquilidad, amor, odio, despecho, venganza, ira, agresión, maltrato físico y psicológico, entre adultos y con los hijos. Lo que debe ser una crisis para un cambio, puede transformarse en una guerra desalmada donde todos pueden perder: sus objetivos individuales, sus esperanzas y el sentido de la vida.
Los motivos que llevan a la separación pueden ser por diferencia de proyectos o modificación en los sentimientos, que por falta de reconocimiento o recursos personales de las partes, no se pudieron o no se quisieron replantear, ni aceptar; por lo tanto no es un fracaso, es una modificación en necesidades y deseos a los que se les debe reconocer y darles lugar para su desarrollo y definición. El resultado del proceso es incierto, por lo que hay que tolerar la incertidumbre y la frustración hasta que los sucesos se evidencien y las decisiones sean tomadas.
En las separaciones, hay que asumir cambios y cerrar ciclos. Para que esto suceda hay que transcurrir por tiempos de duelo, de cambios y readaptaciones. Cada persona tiene su tiempo de elaboración de los sucesos, eso quiere decir que algunas personas que están involucradas en la separación van a asimilar más rápido los sucesos que otras. Esto incide en la aceptación de los cambios, finalización de etapas, comienzo de otras, iniciación de proyectos, y reorganización emocional.
En el posible caso de que se rehagan los vínculos amorosos con otras personas, se conjugan personas de diferentes núcleos familiares. Este proceso no es de acepción obligatoria; las personas involucradas necesitan tiempos individuales de elaboración de esta decisión, y el resultado puede ser de aceptación o no. El forzamiento a incorporar personas nuevas a las vidas es una mala decisión, debe enarbolarse el respeto por el sentimiento ajeno y tolerar la espera. El deseo y las necesidades de unos, no son el deseo y las necesidades de otros.
Los adultos deben entender las reacciones de los niños como una forma de expresar sus pensamientos y estados de ánimo, no son caprichos lábiles. En el peor de los casos se pueden mostrar como irritabilidad, agresividad, tristeza, angustia, llanto, aislamiento, trastornos en el sueño y en la alimentación, y disminución en el rendimiento escolar. Estas expresiones son muestras de no aceptación y sufrimiento. Castigarlos no resuelve, por el contrario, agrava el estado de padecimiento.
Los niños y adolescentes son seres humanos en crecimiento, que van formando los vínculos con sus padres acorde a sus propias voluntades y a como van siendo tratados y respetados. Todo intento, de distorsionar y/o manipular este resultado, es tiempo perdido para las partes; las conductas hacen la historia y definen afectos.
Todo proceso tiene sus tiempos justos de maduración y resolución, y cuando se habla de personas, a veces los caminos de la vida se separan.
Resumen
- La separación se vive como una situación de duelo.
- Hay inestabilidad emocional.
- Es el resultado de un proceso.
- La separación no es un fracaso.
- Es un momento de crisis, como tal genera posibilidades nuevas.
- Los tiempos de elaboración no se fuerzan, se esperan.
- En ocasiones la separación es una solución y alivio para el grupo familiar.
- Los sentimientos que afloran no justifican las agresiones a ningún nivel.
Es conveniente que la familia, pareja o niños, consulten a un profesional especializado en tratamiento de familia y resolución de conflictos, para sobrellevar en forma ordenada y con el menor sufrimiento posible, la crisis o futuro distanciamiento.