La tecnología, ¿nos aleja o nos acerca?
Cuantas veces se escucha decir…. “la tecnología achica las distancias, achica los tiempos, estamos más conectados desde cualquier lugar y a cualquier hora”. Es verdad, pero es un beneficio para el que la maneja. Parece obvio pero no lo es, hay muchos factores que inciden en la inclusión de estar entre los afortunados.
En la convivencia diaria, sabemos que los celulares, la computadora y la conexión a los auriculares llevan mucho tiempo, y provocan aislamiento del grupo que no participa de la acción. También genera ansiedad, irritabilidad, necesidad de continuar conectado, y en muchos casos, adicción. Pero en honor a la verdad, también estar conectado es una forma de relacionarse, de integrarse, de hacer uso de servicios, y de informarse.
La información ingresa a nuestro cuerpo por los sentidos, se registra e incorpora consciente e inconscientemente, y de esta forma se interpretan los acontecimientos de la vida diaria . La interpretación puede ser tan variada y diferente como seres humanos hay, y es una de las principales fuentes de desencuentros y conflictos. Depende de cada persona, de su historia, su crianza, sus vivencias, sus traumas, sus recursos personales, y de muchas otras variables dentro de las que se puede incluir la información general que cada ser humano tenga, y dentro de esta área, la incorporación de la tecnología es el tema al que me voy a referir como un recurso más.
En estos tiempos que corren, no estar asesorado tecnológicamente es sinónimo de quedarse afuera de buena parte de la comunicación, no poder compartir momentos, estados emocionales, novedades, y tiempos con el entorno familiar y social.
Manejar las diferentes opciones que la tecnología ofrece, ayuda a achicar las distancias, físicas y generacionales, que hay entre los integrantes de la sociedad y de la familia; por este motivo, para los adultos, nunca es tarde para comenzar a aprender, y para los niños y adolescentes, siempre se está a tiempo para aprender a transmitir el conocimiento del mundo que los acompaña desde siempre, y regular los tiempos y registrar los efectos de su uso.
Tener los mismos códigos en la comunicación, con las personas con quien hay que relacionarse a diario o con más asiduidad, es fundamental para reducir las posibilidades de hacer una interpretación errónea del contenido de la información.
Lo importante en la comunicación, y en especial en las relaciones familiares, es poder entender el sentido y la intención que la persona que comunica le quiere dar.
Transmitir y recibir información entre personas en donde hay un lazo afectivo, no es solo un intercambio, es más que eso, es compartir momentos, experiencias, y reforzar las redes que los unen.
La tecnología escrita, visual y auditiva, ayuda, pero no reemplaza la comunicación de persona a persona, el contacto físico, la palabra con sus matices, los tonos de voz, la mirada, los gestos faciales y corporales, el mismo espacio físico, el aquí y ahora; el ser humano es en relación al otro, y sociabilizar es relacionarse de todas las formas que estén a disposición; celulares, computadoras, equipos audiovisuales, etc.; los signos, la escritura onomatopéyica y caritas estereotipadas, ayudan pero no reemplazan.
Niños, adolescentes, adultos, y ancianos, relacionados por diversas formas de comunicación, amplían las posibilidades de entenderse, comprenderse y generar empatía entre todos, porque entender bien es conocer mejor al otro, y poder interpretar con la intención que el conocimiento del otro otorga.
La convivencia no es fácil, la comunicación puede empeorar o mejorar las relaciones en los diferentes ámbitos de desarrollo y pertenencia, familiares, de pareja, o de pares. Utilizar los mismos códigos ayuda. Por todos estos motivos es fundamental asesorarse, educarse, y no negarse a lo nuevo.
Es tarea de todas las edades y géneros, transmitir las experiencias, combinarlas, y sumar. Es la gran virtud de la riqueza intergeneracional, es el resultado de compartir generosamente con la finalidad de entenderse y generar una mejor calidad de vida para todos.
Hay que reconocer que no se sabe todo y aprender a pedir ayuda, buscar información, predisponerse a recibir y a dar conocimiento. Compartir y sumar, es educar y aprender.
La buena noticia es, que no son meros buenos deseos, la comunicación es efectivamente lograble, y la interrelación generacional enriquecedora.
La tecnología no acerca ni aleja, es una forma más de comunicarse, todo depende de cómo se la use.