Los recuerdos
Los recuerdos son un proceso mental, que irrumpen en la conciencia sin pedir permiso, sin culpa y sin tiempo. Ellos distraen del presente, e influyen en el hoy, dejándonos perplejos, porque después de tantos años te sorprenden regresando casi intactos.
Son esos recortes de la vida que la memoria guarda, embebidos de cargas emocionales, que al rememorarlos, hacen que todo el cuerpo se estremezca, que el corazón lata fuerte, y que la psiquis bucee por los más recónditos parajes de las vivencias, esperando ser rescatadas.
Hay tantas clases de recuerdos como sentidos tiene la persona: pueden despertarlos un aroma, una textura, un sonido, una imagen, o un sabor, y remontarte con lujo de detalles a esos momentos grabados a fuego en la psiquis. Cada persona recuerda una parte de lo que sucedió, su percepción focaliza y elige un fragmento,la elección puede ser por estructura psíquica, contenido de la vivencia o por el impacto emocional que produjo el evento. Esta situación se evidencia cuando, ante un misma situación experimentada por varias personas, cada una de ellas rememora detalles diferentes. Por ejemplo, en una situación de accidente, incendio, o catástrofes naturales.
A medida que son rememorados y contados, los recuerdos se modifican, algo de ellos se pierde, y algún contenido se les agrega, pues hay una necesidad humana de completar las historias.
Los vacíos en en la memoria, intrigan y hacen surgir suposiciones sobre situaciones que pudieron haber acontecido. A veces se busca información sobre el suceso ocurrido y también se rellena con fantasías que, con el pasar del tiempo, se instalan como veraces, es así como se va completando lo que falta, modificando el recuerdo.
Ante la aparición de un recuerdo se activa la atención; ya sea que la remembranza estimule emociones placenteras o desagradables, insume , concentración, tiempo y energía personal.
Cuando se manifiesta en la conciencia alguna vivencia en forma persistente y reiterada, generando insomnio, ansiedad, dispersión, durante un lapso de tiempo prolongado, se estaría frente a una vivencia no elaborada transformada en trauma. Los pensamientos que perturban en exceso, se pueden trabajar mediante un tratamiento psicológico, enfocado en procesarlo y elaborarlo.
El proceso de la vida propone transcurrir por un sinfín de situaciones que se guardan como recuerdos, y algunos lastiman aún más que en el mismo momento en que acontecieron. Estas remembranzas formaron parte de crisis existenciales dolorosas, que se quisieran arrancar de la memoria, porque estremecen y acongojan. En muchas ocasiones se desearía que no hubiesen acontecido y mucho menos, recordarlos. Estas evocaciones activan la psiquis y las hormonas, potenciado estados anímicos de angustia, tristeza, impotencia, e ira. Otros recuerdos resultan placenteros: esos que roban una sonrisa, relajan la mirada, y permiten viajar sin boleto ni tardanzas, a esos escondidos lugares de la mente, en donde el cuerpo no pesa, y el disfrute era cotidiano, cargados de pensamientos alentadores, alegres, y optimistas, produciendo así deseos de vivir.
Los recuerdos buenos, malos, lindos, feos, tristes o alegres, todos ellos, aportan su cuota a la memoria para estructurar la personalidad, conformando la historia personal.
La memoria nos posibilita el recuerdo, a corto y a largo plazo, ella estructura la historia personal, lo que cada uno es. Todos colaboran en formar la identidad, un ser único e irrepetible.