Crisis, orden, y control
Todo se me fue de las manos, mi vida es un caos…. ¿Quién no sintió esto en algún momento de su vida? Si ahora te está pasando, tenés que saber que estás transitando por una crisis.
A diario se resuelven situaciones con éxito. Muchas de ellas son pequeñas, imperceptibles; otras grandes y notorias, complicadas de entender y resolver. Estas últimas son las que más desorganizan.
En repetidas ocasiones lo que se piensa como una solución inicia un nuevo problema, esto quiere decir que lo que siempre funcionó ahora no, entonces hay que preguntarse “¿y ahora qué hay que hacer?”
Cuando los recursos personales no alcanzan para adaptarse con rapidez a la crisis porque sorprende con mucha y nueva información, se pierde la armonía individual y la de la convivencia en general. Esto puede provocar desesperación y miedo, y entonces el criterio de realidad personal se distorsiona, pudiendo provocar toma de decisiones equivocadas y sobredimensionadas.
Ante la imposibilidad de encontrar una solución a la crisis, muchas emociones invaden el cuerpo y la mente. La desesperación puede hacer que se tome la situación como un ataque personal y que uno se sitúe en una posición defensiva. Es entonces cuando surge una multiplicidad de pensamientos y acciones con la intención de revertir la situación amenazante, y con el afán de encontrar la estabilidad perdida. Incluso se puede llegar a apelar a un mecanismo nocivo, el control, resultando el efecto contrario al buscado: en lugar de equilibrio y organización, se genera más caos, más inestabilidad, más crisis y estrés, lo que puede derivar en desvinculaciones personales, peleas, distanciamientos, rupturas, y pérdidas.
Cuando para restablecer el equilibrio, las personas comprometidas en la crisis eligen el mecanismo del control, los sentidos se agudizan, se está más atento a pequeños detalles que se tratan de enlazar y unir para justificar la fantasía que produce el miedo, y entonces la profecía se hace realidad. Surgen las presunciones y malas interpretaciones. Es como un gran rompecabezas donde faltan piezas y hay que imaginarlas para poder colocar otra que complete el todo. En la vida real surgen las increíbles historias de traición e injusticia, comienzan los reproches, juzgamientos, maltratos psicológicos, verbales, físicos; se investiga en pertenencias y costumbres ajenas, en celulares, computadoras, diarios íntimos, lugares, horarios, olores, y todo lo que sea necesario para averiguar qué produjo la crisis. Esta conducta no es la mejor elección, porque el motivo de las crisis grupales está en la modificación de la dinámica de relación, y no en las personas.
En ocasiones, el control termina en conductas inapropiadas y reacciones socialmente repudiadas, como son la violencia de género del hombre hacia la mujer y de la mujer hacia el hombre; de menores contra adultos y adultos contra menores; y todas las posibles opciones que genera el poder de uno sobre otro. Cada uno expone lo peor de su ser para defenderse, y surge la guerra de poderes en donde nadie gana y todos pierden.
Para evitar el surgimiento de la ira o la agresión del controlador, las personas controladas reaccionan defendiéndose, y empiezan a ocultar cosas y acciones, mentir, evitar situaciones, encuentros y diálogo con la persona que controla, y surge el distanciamiento. Estas actitudes refuerzan la fantasía inicial del controlador, generando un círculo vicioso infinito y nocivo, en donde hay perseguidores y perseguidos pero no una solución.
Ante una crisis no hay que desesperarse, es parte natural del proceso de crecimiento y cambio, lo mejor es pensar que hay siempre más de una posibilidad de resolverla . Transitar este proceso acompañado es psicológicamente favorecedor , y una alternativa para que nadie tenga que ponerse en ese lugar de control.
La organización es importante en cualquier ámbito de desarrollo personal: familia, escuela, trabajo, y recreación. Pero el control es otro tema. Control es pensar que una conducta desencadena sí o sí la conducta deseada en otra persona o situación, y no siempre es así; es suponer que se sabe lo que la otra persona piensa y necesita; y lo que se está haciendo en realidad, es proyectar en el otro lo que se piensa y se necesita.
Para restablecer el orden natural es necesario considerar a los integrantes del entorno involucrados en la crisis, propiciar encuentros para hablar, y escuchar para generar compromiso personal, pautas, y normas que ayuden a encontrar el equilibrio perdido, e identificar las necesidades actuales individualidades y grupales.
Hay momentos en la vida que marcan una etapa, en donde algo termina para dar lugar al comienzo de lo nuevo. Con comunicación eficaz se llega a acuerdos, se restablece el equilibrio, y el proceso de la vida diaria vuelve a fluir en un ambiente armónico, en donde cada integrante puede desarrollarse en plenitud sostenido por el vinculo grupal.