Frustración
Es agradable lo que se siente cuando los proyectos salen como se planean, pero cuando no es así, la frustración se presenta con cara de hereje, y no importa el esfuerzo que se haya hecho para lograr un objetivo. Cuando lo planeado no resulta, la desilusión aparece, baja la autoestima, y en ocasiones las emociones que se generan pueden ser insoportables.
¿Cuántas veces pasa que la calificación de un examen es más baja de lo que se esperaba, después de haber estudiado todo el material de una asignatura?, ¿o haber hecho un trabajo a nivel laboral y después de empeñar en su ejecución mucho esfuerzo, conocimiento, y experiencia personal, el trabajo no es valorado en la medida que se deseaba?, ¿o en una relación de pareja, hacer cosas que no son aceptadas o valoradas por la otra persona?
Es difícil aceptar y entender el mal resultado de las respuestas cuando se hizo personalmente lo posible para que el resultado sea óptimo. Es entonces cuando surgen los interrogantes, las comparaciones, y la preguntas, con la intensidad del deseo , la fantasía, y la expectativa individual: “¿qué hice mal?, ¿por qué no resultaron las cosas como las pensé?, ¿Por qué si en otras oportunidades hice lo mismo y resultó bien, en esta ocasión no es así?.
Todo lo que se piensa y se planifica parte de una idea generada por un pensamiento subjetivo, teñido por la propia historia, por la experiencia, y por el recorte de la realidad que la capacidad selectiva e individual produce. En este recorte se dejan afuera, de las propias consideraciones, muchas variables que no son registradas pero influyen, modifican, y condicionan el resultado final.
Un ejemplo interesante que corrobora lo que es un recorte de la realidad, es que varias personas, participando de un mismo acontecimiento, ven, escuchan, y huelen cosas diferentes, y guardan en su recuerdo episodios diferentes, ¿cómo se explica esto?, es porque cada persona percibe la realidad en forma parcial, diferente, única, e individual.
La persona se frustra, e inconscientemente echa la culpa del mal resultado hacia afuera depositándola en cualquier persona o cosa, liberándose de esta manera, de la ansiedad, de la angustia, de la tristeza, y la ira; o adoptando otra postura ante los acontecimientos, según la estructuras psicológica de la persona, puede menoscabarse y echarse la culpa, sintiéndose incapaz o fracasado sumiéndose en una profunda tristeza y desasosiego general, ubicándose en el lugar de culpable absoluto de todo el nefasto resultado. Ambas posturas son extremistas y unilaterales, no ayudan a entender y resolver la situación. Una buena postura para comenzar a analizar el resultado es no pensar en buscar culpables, y sí, en una diferencia de conceptos, necesidades y puntos de vista, que hay que escuchar y poder llegar a conciliar para encontrar en conjunto un nuevo resultado.
La frustración, con sus consecuencias emocionales y conductuales, influye a diario perjudicando las relaciones interpersonales, por este motivo es aconsejable no quedarse instalado en ese lugar, es importante tratar de resolverlo y tomarlo como una experiencia de aprendizaje y un desafío a conquistar.
La frustración es el resultado del contraste entre una gran expectativa y la realidad, cuanta más expectativa haya respecto al resultado, más frustración se genera.
Con esta fórmula tendríamos resuelta la frustración: si reducimos la expectativa reducimos la frustración, pero no es tan fácil, porque la construcción de la expectativa depende erróneamente de lo que esperamos del otro y sus circunstancias, y eso es algo que no se puede predeterminar, porque implicaría ser la otra persona y es evidente que no es así.
Hacer las cosas de la vida diaria de la mejor manera que se pueda con lo que cada persona tiene, psicológica y físicamente, sin tratar de controlar el resultado y abierto a las posibilidades que genera la interrelación con la realidad, es una postura más adecuada y abierta, con menos posibilidades de frustración.
Partir de la confianza en nuestros propios recursos, esperar menos de los demás y de los resultados de cualquier proyecto, podría ser un buen comienzo para un mejor proceso y resultado.
Seguir intentándolo, escuchar mejor, percibir el entorno, sabiendo que es la propia realidad la que se registra, y que hay otras, es aprender, crecer, y reforzar la tolerancia a la frustración para que el umbral sea cada vez más alto y la frustración más esporádica.