La agresividad
La agresividad es parte del ser humano, está en su ser, socialmente canalizado en actividades positivas y productivas. Si no es así, las instituciones con las normas y las leyes, ponen el límite a favor de la convivencia, las buenas costumbres y el respeto por la libertad del otro con posterior sanción y resarcimiento social, en muchas ocasiones, la intervención no es lo suficientemente rápida y eficaz para evitar los desenlaces extremos e irreparables.
La agresividad en el maltrato físico es la manera más común de reconocerla, los medios de comunicación masivo están plagados de este tipo de información, lesiones entre personas, violación, suicidio, homicidio. Pero no es necesario ir tan lejos para ver y sentir violencia: en el ámbito familiar hay violencia física, también emocional, como menosprecio, opresión, ira, que se expresa con gestos, posturas corporales, tonos de voz, palabras agresivas y hasta pensamientos agresivos, donde la fantasía guiada por la ira despliega todo su arte al servicio de la destrucción .
Estas conductas tienen origen externo, interno, o de ambas fuentes. La provocación externa, como puede ser un entorno agresivo, ínsita a la violencia por autoconservación; si es de origen interno intervienen uno o más traumas personales que generan ira, rabia canalizada inadecuadamente, que surge sin necesidad de un entorno estimulante, y cuando el entorno es agresivo y la persona traumada, obtenemos una combinación letal, la retroalimentación es adecuada para que el nivel de rabia e ira suban, y surja la agresividad en escalas ascendentes y fluctuantes entre el desorden y el orden, entre la paz y el enojo.
Para que se desarrolle una situación agresiva debe haber un agresor y un agredido, este último puede adoptar diferentes posturas , quedarse en ese lugar para ser agredido una y otra vez o no permitir que esa conducta se repita; para que el alejamiento se produzca la persona debe darse cuenta que está inmerso en una situación de agresión que no tiene justificación valedera posible.
No se puede obviar el tema de la culpa en el despliegue de la situación agresiva. Echar la culpa al otro es el sustento del agresor para tratar de justificar su acciona. El agresor agrede para aliviar el tormento interno de la emoción que derrama su trauma interno, en la autoagresión la culpa se instala en sí mismo, la agresividad de pensamiento, en palabras o hechos concretos de autoagresión física.
La agresión genera más agresión. Detener este círculo vicioso es tarea de todos para proyectar una sociedad con mejor calidad de vida.