Los límites en la crianza
La Crianza es una tarea que se debe asumir con responsabilidad y sin miedo a equivocarse.
La responsabilidad es un valor que nos inculcan y que asumimos desde niños, pero sobre los miedos mucho no se habla ni se enseña.
El miedo surge en muchas circunstancias y el momento de la crianza no está exento de este sentimiento.
Todas las ideas que se pueden tener pensadas, de cómo guiar la crianza, se modifican al momento de encontrarse con el ser humano que debe ser criado.
Los niños desde su nacimiento tienen gustos y formas de satisfacer sus necesidades que varían de uno a otro, para los adultos, entender e interpretar las necesidades de otra persona puede ser difícil, y generar muchas dudas.
Dudar ante la respuesta a una conducta, es parte natural de tomar una decisión pensada con responsabilidad, las preguntas surgen, pero no todas las respuestas. La falta de respuestas genera incertidumbre y desconcierto, cuando se está en un proceso de crianza, las conductas generadas desde el niño desestabilizan, y todos los supuestos que se pueden tener son pocos e insuficientes.
En el proceso de criar, surgen innumerables situaciones a resolver, algunas simples y otras complejas, donde afloran las crisis y los conflictos.
Los niños al principio de su vida exigen por medio del llanto y de las expresiones corporales, lo que sus necesidades básicas les piden, a medida que van creciendo aprenden a hablar y con esto surge el pedido verbal, por lo que los llamados “berrinches” ya no tendrían que manifestarse.
El adolescente se encuentra en el desarrollo puberal que implica cambios corporales, hormonales y de conducta, se impone con sus ideas y pedidos.
Es muy común que la conducta del adolescente desconcierte, en ocasiones parece un niño y en otros momentos un adulto, poner límite se hace difícil y no da el resultado esperado.
Cuando ante una conducta inapropiada se administra el límite y el menor no modifica su actitud, hay un error en la forma y/o el contenido de lo comunicado, ante esta alarma hay que hacer ajustes rápidos y eficaces para que el llamado de atención funcione con el fin de educar y guiar el crecimiento.
La armonía y la estabilidad emocional de los integrantes de la familia, recae en la habilidad y los recursos personales que tengan los adultos para resolver los conflictos de la crianza y aplicar límites adecuados acorde a la situación y a la persona que está aprendiendo, siendo criada y educada.