La incertidumbre

Cuando surge un cambio aparecen inseguridades, muchas preguntas, y afirmaciones, al no saber qué va a pasar, qué es lo que va a venir, cómo va a venir, cómo va a cambiarme la vida, y por sobre todo (la gran incógnita que carcome el pensamiento día tras día) si voy a poder. Estas preguntas ponen en palabras el temor al fracaso y a lo que podría pasar si no se logra una buena adaptación a lo nuevo, a lo desconocido.

Si hay que tomar una decisión con muchas presiones internas y externas, y pocas certezas y variables poco firmes, los pensamientos negativos surgen en cualquier momento y durante todo el tiempo, tiñendo las actividades personales con una sensación de incomodidad y temor. Esto hace que la persona se sienta y sea vista, dubitativa, insegura, e imposibilitada de decidir, por lo tanto, no confiable.

Posibles causas:

Hay muchos factores que provocan el estado de incertidumbre personal, uno de ellos es el momento socio-económico en el que se desenvuelve la persona a diario, y otro el de la inestabilidad que propicien las políticas de estado, que influyen en muchas decisiones organizacionales de la vida cotidiana, como puede ser cambiar de trabajo, comprometerse con un emprendimiento , ir de vacaciones, elegir colegio para los hijos, gastar a largo plazo, etc. Es `posible que a veces todas estas dudas paralicen, desactiven, y debiliten.

También aportan incertidumbre las modificaciones en las relaciones interpersonales, como puede ser en el entorno familiar, como puede ser cambio de carácter de alguno de los integrantes, replanteos entre los cónyuges sobre la forma de desempeñar los roles, enfermedad repentina de algunas de las personas, perdida del trabajo. Todo está en movimiento y presiona para una adaptación rápida.

Los cambios en la conducta de las personas pueden darse también por condiciones internas como es la autoestima baja. La incertidumbre potencia este estado con pensamientos inciertos, dubitativos, y de inseguridad; la persona piensa que es culpable de la falta de certeza al no poder tomar una decisión (lo que normalmente se denomina persona indecisa), y esta situación socaba las fibras más internas del ser humano, genrando ansiedad, angustia, y desconcierto, con el consecuente cambio de carácter, con posibilidades extremas de derivar en depresión o agresividad, dependiendo de los rasgos de personalidad que se activan en la persona en situaciones sentidas como desesperantes o desestabilizantes.

En cualquiera de estos, casos la incertidumbre es un estado de inseguridad personal que impide tomar decisiones, y si se las toma, es siempre bajo un estado de estrés resultado de las pocas certezas que se tienen para decidir.

Este estado influye negativamente en todas las actividades de la vida diaria, en las relaciones familiares, laborales, recreativas. La preocupación y consecuente dispersión respecto a los objetivos a alcanzar, que es característico de los momentos difíciles de la vida, dan por resultando intervenciones ineficientes, y no muy buenos resultados.

Entonces, la incertidumbre puede ser generada por factores externos y/o internos. En ambos casos sobrepasan las posibilidades personales de poder resolver situaciones, y a la inestabilidad emocional se suman las reacciones físicas, pensamientos recurrentes que generan insomnio; o sentimientos fatalistas que generan miedo, por lo que el corazón late acelerado, transpira el cuerpo, se puede tener cosquilleos en los miembros, y hasta puede derivar en un ataque de pánico con la consecuente sensación de muerte. Sobre llovido mojado: encima del momento particular por el cual se está transitando, se suma una posible enfermedad, todo se va complicando y empeorando.

Algunas recomendaciones:

Se puede moderar el dominó de síntomas si se logra darle sentido a la incertidumbre cuando comienza a surgir; se puede entender como un aviso que señala que en ese momento las condiciones generales no están dadas para tomar decisiones. Si hay que tomar una decisión obligadamente, hay que hacerlo con la mínima expectativa sobre el resultado final, para disminuir la frustración. Es conveniente centrarse en el proceso, en el paso a paso que se toma para llegar al resultado final ,de esta manera la persona se puede reubicarse acorde a los cambios de último momento.

En el pensamiento desesperanzado y dubitativo, está la interpretación de todo el entorno y sus influencias. Es un buen comienzo tratar de no desesperarse, y pensar que siempre hay más de una posibilidad de resolución del posible dilema.

A veces es difícil ver el rumbo a seguir, porque se está inmerso en la situación , se está participando del conflicto, pero se puede pedir ayuda profesional , para abrir el panorama, para no caer en la desesperanza y ver que hay soluciones y posibilidades inimaginables, para solucionar el problema, para canalizar adecuadamente las emociones y proyectarse positivamente hacia un futuro cierto, porque la seguridad y la duda conviven en cada persona librando su propia batalla frente a lo que no se conoce.